Thursday, July 21, 2016

Una parada técnica en Barbados


San Vicente y las Granadinas son islas pertenecientes a las Antillas Menores, ubicadas en el mar Caribe, rodeadas por un paisaje paradisiaco que podría considerarse el común denominador de la región. Al norte colinda con Antigua y Barbuda, Dominica y Santa Lucía; al sur, Granada y Trinidad y Tobago y al oriente, Barbados. Éste fue el lugar elegido para realizar una parada técnica antes de llegar a Kingstown, capital de San Vicente y las Granadinas. Desde Bogotá es un vuelo directo. En tan sólo 3 horas y 10 minutos se llega a este destino turístico que cada vez toma más fuerza y que es reconocido por ser la cuna de Rihanna, factor que parece trivial, pero da un gran peso a la isla en términos de visibilidad hacia los viajeros.

Aeropuerto Internacional Grantley Adams
El aeropuerto internacional Grantley Adams - su nombre en honor al primer líder de gobierno de Barbados – es pequeño, pero su gente lo llena de calor humano. No imagino otro lugar, diferente al Caribe, en donde el personal sea tan amable que incluso cante el nombre de sus visitantes con alguna anécdota mientras realiza sus trámites aeroportuarios. Para ir hacia el hotel nadie se abalanza sobre los recién llegados turistas y la calma del atardecer se ve reflejada en la actitud de sus nativos.

Si por algún motivo no llega el transporte del hotel, no dude en tomar un taxi de los lugareños. Tienen un rústico sistema de asignación de vehículos y la amabilidad es una característica innata de los barbadenses. Además, es la perfecta oportunidad para preguntar acerca de los mejores lugares turísticos, los platos típicos, las mejores playas o incluso otras islas aledañas recomendables para extender por unos cuantos días el viaje. Sin embargo, hay que afinar el oído pues su acento es complejo de entender. Al igual que un costeño de Cartagena hablándole a un extranjero que a duras penas se defiende en español, es posible quedar totalmente perdido al cruzar las primeras palabras y verse en la necesidad de pedir la repetición del mensaje. La afabilidad de los locales les permitirá repetir, explicar o incluso casi gritar lo dicho, hasta que la cara del turista demuestre (así sea por cortesía) que ha entendido el mensaje.

Si bien Barbados es conocido por ser una isla paradisiaca, una parada técnica de menos de 24 horas no permite adentrarse lo suficiente. Sin embargo, sus paisajes con un mar helado, las costas llenas de arrecifes y las palmeras que no dejan de bambolear sus ramas por el fuerte viento que ruge son encantadoras. Es el cuadro perfecto para tomar un desayuno típico que hace explotar los sabores al degustarlo: jugo de naranja natural, una bandeja de papaya, patilla y piña como si fuese una ración familiar, omelette de tomates secos y albahaca con un toque único, bananitos asados inigualables, papas sofreídas en cubos y tostadas de pan crujientes con mantequilla y mermelada de fresa recién hecha. Este banquete cumple con el refrán de “barriga llena, corazón contento” pero además, con la satisfacción de la autora de tal manjar que con sus amplias caderas, piel canela y sonrisa resplandeciente goza al ver la felicidad de sus comensales.


Una caminata por los alrededores es la cereza en el pastel y un panorama de contrastes se apodera de la cámara. Casas de todo tipo y distintos colores, pero con un patrón: parecer completamente abandonadas. Realmente es difícil identificar qué construcción está habitada y cuál ha sido consumida por la historia. Sin embargo, la mayoría tienen aparcados carros que casi en su totalidad son lujosos. Es una divergencia que revela tímidamente el estilo de vida y cultura de la isla, sin pretender generalizar lo que hacia el norte de la región se encuentra.



Nuevamente llega puntual un conductor a recoger las maletas y el recorrido de unos cuantos kilómetros hacia el Grantley Adams. Su gente, su amabilidad y las abundantes porciones de comida dan la despedida a un destino que sin duda merece la pena ser recorrido con calma. Por ahora esta parada técnica se convierte en un abrebocas más que interesante hacia una experiencia de seis meses en un paraíso llamado San Vicente y las Granadinas. 



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